La Fonda del Tío es un imperdible gastronómico, loado a nivel internacional por tener “la mejor milanesa napolitana del planeta”. Por ello, es el más buscado tanto por el público local como por turistas. Un restaurante para agendar a la hora de visitar Bariloche.
La tradición familiar es un legado y un regalo que todos -en algún momento- recibimos y a nuestra manera , honramos. Este es el caso de Mario Longhi quien con su familia, tomó la decisión de seguir con una tradición gastronómica que iniciaron sus antepasados en la década del 40. Hoy en día, el resultado de aquella apuesta, está a la vista y en el sabor de cada plato que llega a la mesa de cada comensal en La Fonda del Tío, un bodegón que se ha convertido en un emblema de la ciudad rionegrina de San Carlos de Bariloche .
“Comidas bien caseras, pastas italianas y las más exquisitas minutas” tienen como lema o leitmotiv en este restaurante con deslumbrante vista al lago Nahuel Huapi. Pero su perlita o la “estrella”indiscutida del lugar , es sin dudas, la imponente milanesa napolitana, un plato de suculencia apabullante que ostenta sin pudor una sobreabundancia de queso mozzarella sobre un colchón de salsa de tomate casero y lonjas de jamón.
Tal es el protagonismo y la fama que tiene la icónica milanesa a la napolitana, que en 2022, de incógnito , el jurado de la prestigiosa publicación gastronómica internacional Taste Atlas, llegó hasta los confines del mundo,-a la ciudad de San Carlos de Bariloche- a probarla De regreso, el comité anunció la elección de este manjar en su edición de 2022 , presentándola como la “Mejor milanesa napolitana del globo”. Cabe destacar que fue el único plato de Argentina en el ranking de comidas típicas a nivel mundial. Y en 2024, La Fonda del Tío volvió a aparecer en la famosa guía, solo que esta vez , mencionado como uno de los “150 restaurantes más legendarios del mundo”, junto a otros de Argentina como Parrilla Don Julio, El Cuartito y Pizzería Güerrin.
La Fonda del Tío y una historia familiar
Era la década del 40’, cuando Agostina, la madre de Mario, tenía una pensión modesta que ofrecía alojamiento y comida a los picapedreros que trabajaban en la construcción de la Costanera de Bariloche. Sin saberlo, Dona Agostina sentaba así el primer mojón para el surgimiento de La Fonda del Tío, dando el ejemplo a su hijo. Luego, en el año 78, Mario, con la experiencia adquirida sintió que era el momento de dar el salto y decidió abrazar la gastronomía como profesión, continuar con el legado familiar y abrir su propio restaurante.
En un principio, era solo un pequeño local con seis mesas para los que vivían en los alrededores, después comenzaron a llegar -gracias al boca a boca- aquellos que vivían en el centro de la ciudad por la cercanía con el restaurante que se encuentra a solo diez cuadras del Centro Cívico- y finalmente, explotó el boom y aparecieron turistas de todo el país y del mundo.
“El boca en boca fue nuestro mejor aliado, la mejor publicidad, e hizo que el negocio creciera solo. Con el tiempo, mi papá fue sumando más mesas y el local se amplió”, cuenta Lucas Longhi, hijo de Mario. Hoy, La Fonda del Tío tiene una capacidad para que 140 comensales disfruten de la experiencia gastronómica del lugar con una imperdible vista al Lago Nahuel Huapi.
Honrar el legado familiar
La pandemia golpeó fuerte la barca familiar de La Fonda del Tío, Mario falleció y sus hijos, Agostina, Axel y Lucas, junto a su madre Nilda, superaron el dolor a fuerza de trabajo, redoblando la apuesta y continuando con la tradición. Unidos y trabajando en equipo para mantener el nivel de excelencia de La Fonda, pusieron sumo cuidado en no perder la impronta característica del lugar : la atención familiar y hogareña que se brinda a cada uno de los comensales que llegan hasta el restaurante .
“La gente viene para probar nuestra milanesa napolitana, que el boca a boca y las redes la han catapultado a la fama. Hoy, se volvió un clásico debido a su tamaño -es bien grande y super abundante-, el precio accesible y de calidad única”, detalla Lucas. Respecto al proceso de elaboración de este manjar reconocido a nivel internacional, Lucas asegura que “es una milanesa generosa, grande-que puede ser para compartir- cuya carne pesa unos 500 gramos y tiene un procedimiento simple pero con los secretos de preparación de la casa , de empanado casero en el que se combinan huevos batidos y especiados con el pan rallado. Luego,con paciencia se tierniza la carne, se estira y se cocina -va primero al horno y luego a la freidora- y finalmente, llega a la mesa con abundante queso de mozzarella, jamón y una salsa de tomate casera. Así presentada, se parece a todas las milanesas napolitanas del mundo, pero solo cuando prueban, ahí la gente entiende la diferencia”cierra Lucas, con una sonrisa.