Desde 1962, este bar del microcentro porteño prepara los mejores capuchinos de la ciudad. Bien espolvoreados con cacao y canela, su espuma parece un volcán que se eleva sobre el borde de la taza unos tres centímetros. Un toque de magia efímera que fascina al público durante los casi diez minutos que permanece a flote en la taza como en un pequeño mar.
Tomar un capuchino en Le Caravelle es toda una experiencia. Tanto que, es motivo obligado de posteo en las redes sociales para quien visita el bar. Imposible no compartir ese momento clave donde ocurre la magia: cuando el mozo vierte el café en el centro de la taza blanca con sus pequeñas carabelas delineadas en azul y la espuma espolvoreada con cacao y canela, sube unos tres centímetros de alto como si fuera un pequeño volcán. Una ceremonia que filmada cientos de veces y compartida en redes sociales , fue en parte lo que ayudó a que el este bar cumpliera su 60º aniversario en la calle Lavalle 726 en el año 2022. Un hecho feliz ,dado que estuvo a punto de cerrar en 2017.
La otra parte que hizo posible su continuidad, estuvo a cargo de Javier Da Cruz, primero cliente y hoy actual dueño del café más tradicional de una de las calles más tradicionales del microcentro porteño, la calle Lavalle. Da Cruz, cuenta que no sabe el día ni el mes del año 1962 en que nació Le Caravelle, pero sí , que fue fundado por inmigrantes italianos de apellido Rocca. Fiel al estilo propio de Italia , la cuna de sus fundadores, acá el café se toma de pie y bien acodados a la barra de la derecha del bar.
La barra de la izquierda de butacas altas, está reservada para quienes sucumban a la tentación de comer algo más : alguna medialuna bien esponjosa, un sándwich con abundante jamón y queso, o uno más clásico en base a pechuga de pollo con tomate y huevo. Pero quien prefiera sentarse para disfrutar de un almuerzo más relajado puede elegir su mesa en la peatonal Lavalle.
Un bar con historia
Por este pequeño bar, cuyas dimensiones no superan los 5 x7 metros, pasaron figuras y personalidades de todos los rubros y profesiones que florecieron en el Microcentro porteño: Escribanos, abogados, oficinistas, políticos, actores, bon vivants, escritores, bohemios,deportistas, hombres de negocios y la lista sigue. También, por su puesto, los miembros de la comunidad italiana.
“Muchos ‘ingenieri’ venían a Le Caravelle a tomarse un whisky, allá lejos en los primeros tiempos .Llegaban con sus trajes y sombreros blancos. Bebían siempre parados, afuera y conversaban entre ellos de modo ameno. Claro, eran otros tiempos, cuando la ciudad era más segura y se podía hacer esto sin ningún problema. Algo más cercano a un relax, disfrute y charlas ” recuerda el mozo Ángel Soria, uno de los artífices de los famosos capuchinos que desde hace más de 30 años trabaja en el lugar. De esos tiempos, ya no queda mucho pero la barra a modo de tradición , sigue ostentando un surtido de licores y whiskies, ya que puede ocurrir que algún cliente llegue y pida un negroni o un destornillador.
Hace 30 años, este pequeño bar era un bullicio donde apenas en un solo día podían prepararse entre 3.000 y 4.000 cafés. “Por aquel entonces no había mucha variedad, no existían los cortados ni las lágrimas: solo tres cuartos, corto y café, a secas” cuenta Soria .
La estrella de Le Caravelle
Hoy , lo que más sale son los capuchinos “a la italiana”, para muchos- casi la mayoría- son motivo principal de la visita. Nuestro capuchino es la estrella de todos los capuchinos porteños “ Hoy se venden entre 60 y 80 al día, cuando antes eran apenas tres o cuatro. Los videos que registran el momento cúlmine de la preparación, cuando emerge la abundante espuma tal como si fuera un volcán, se difundió en las redes sociales e hizo que se llegara gente de toda la Argentina y del mundo a probarlos: de Salta y Jujuy, Bolivia, Brasil y Estados Unidos”, dice Soria.
“Instagram fue la red social que le dio a Le Caravelle nuevo impulso y vida. Le brindó la oportunidad de mostrar lo que guardaba como una joya que pocos podían apreciar y degustar. Una bebida que se convierte en experiencia, en un momento de asombro. Muchos famosos que vinieron a degustar el famoso capuchino de la espuma como volcán, nos etiquetaron y así ayudaron a que hoy sigamos en pie y con 2 nuevos locales”, explica Analía Benítez, su encargada. Entre sus reconocimientos, desde hace algún tiempo el bar ostenta una placa de la Legislatura porteña que dice: “Aquí se hace el famoso cappuccino alla italiana” , pero Le Caravelle , no se ha envanecido a pesar de tanta fama y con humildad continúa haciendo historia.