El distinguido restaurante y café ubicado en el Palacio Noel, combina con magistral armonía el esplendor de un jardín andaluz con una oferta gastronómica que celebra el elemento clave del desarrollo argentino del siglo XIX: los cereales.
En una zona tranquila del bullicioso y ajetreado barrio de Retiro, sobre la calle Suipacha , se encuentra el Museo de Arte Español Isaac Fernanádez Blanco. El Museo funciona en lo que fuera el bellísimo y elegante Palacio Noel, una verdadera perla de arquitectura porteña que trajo a Buenos Aires en 1922, las líneas esplendorosas del barroco español y del estilo colonial de fuerte impronta limeña, cuzqueña y jesuítica del siglo XVIII.
Lo cierto, es que detrás de este imponente edificio colonial que ha sido puesto en valor y embellecido, se esconde un tesoro andaluz que muchos desconocen : un jardín típico de la región de Andalucía de sobreabundante belleza, con árboles frutales, cítricos y olivos que conviven en armonía con especies autóctonas de América, los ombúes , palos borrachos y jacarandás. Y como si no alcanzara a la vista tanta belleza, se le suma el color y el aroma que traen de los malvones encendidos, -españolisimos- los jazmines del cabo y los rosales y las begonias. Una belleza exquisita que aquí es cuidada con esmero y que antes -por el XIX- era patrimonio exclusivo de la Condesa María Ignacia de Velasco Tagle Bracho o simplemente , para las hermanas Barquín, tía Ignacia
La Condesa fue la dueña de este lugar -en su momento una chacra virreinal en las afueras o en el retiro- antes de que el arquitecto Martín Noel comprara la propiedad e hiciera las reformas que devinieron en un Palacio que fue a contracorriente del estilo imperante por aquel entonces: cuando todos querían vivir en palacios franceses, Noel se hizo uno bien español, barroco y neocolonial.
De jardines, historias y cortejos
Aquí, en el jardín de ensueños fue donde las seis hermanas Barquin -todas muy admiradas por su belleza- pasaban cada año los meses del verano junto a su tía , la condesa. Su mayor afán era dar espectaculares tertulias y ser cortejadas por los mejores candidatos de la sociedad porteña. El restaurante que hoy funciona aquí , encarado por la dupla del Grupo Támesis, los chefs y empresarios Germán Sitzs y Pedro Peña, con creatividad e inspiración busca recuperar la armonía y el encanto de aquellas tertulias veraniegas . Aquí, en este jardín,al atardecer, se tocaba el clavicordio y se bailaba el minué. Aquí, las hermanas Barquín, despertaban suspiros e ilusiones de casamiento.
Por eso, con creatividad , los socios Germán Sitz , Pedro Peña y Alejandro Feraud (chef ejecutivo de Alo’s Bistro) pensaron en la manera adecuada de crear un rincón que respetara y al mismo tiempo, homenajeara la historia que lo precedía. El primer paso, y para no romper la armonía del hermoso espacio verde, fue diseñar un restaurante con la forma de un gran invernadero, y con la cocina a la vista. Así, la integración del jardín y el restaurante resultó armoniosa y perfecta.
El buen gusto, está presente por doquier , en cada detalle del restaurante y café, por ejemplo, en la vajilla artesanal que respeta los motivos florales, y en el hecho de que todo el espacio está completamente integrado a su entorno. Sentarse a la mesa es como estar sentado en medio del jardín, aunque también, hay una terracita con mesas en el exterior con vista exclusiva al patio andaluz, a sus palmeras y palos borrachos, motivo por lo que son las más buscadas.
Un café , delicias dulces y más entre ombúes y jacarandás
La propuesta gastronómica busca revalorizar aquí, a uno de los pilares de la economía argentina: los cereales. Entre los favoritos del menú, en torno a esta temática se encuentran la empanada de centeno con berro, hongos y ricota ahumada y el fainá de garbanzos, huevo y berenjena para la entrada. Si uno quiere algo más cargadito se puede pedir el risotto verde de cebada que trae espinaca, arvejas , habas, garrapiñada de girasol, queso y demás verdes. A la hora del plato principal, la casa sugiere ir con la milanesa de cerdo, un clásico que se puede acompañar con un surtido de ensaladas bien especiadas o con papas crujientes .
Las Barquín está abierto todo el día; además de almuerzos, ofrece un surtido de desayunos y meriendas con café de especialidad en el que destacan los aromas de Colombia y Perú con el acompañamiento acorde de la exquisita bollería de Alo’s. Aquí, los creadores pensaron a la hora de diseñar cada plato , no sólo exaltar cada uno de los ingredientes sino educar acerca de su importancia y diversidad. “Los cereales han sido la fuerza del desarrollo, el motor económico histórico de Argentina”, explica Sitzs. Por ello, en la carta del restaurante se hace foco en la calidad y el origen de la materia prima, en la variedad y en los métodos de producción que influyeron en su sabor y textura, hoy como antaño.
Por todo ello, visitar el Jardín de las Barquin es una experiencia completa tanto en lo cultural, como en lo histórico y gastronómico. Una salida para disfrutar de una jornada única e imperdible que vale la pena agendar
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