El alfajor, un manjar dulce que conquistó los paladares del mundo a través del tiempo

Aunque para los argentinos es todo un orgullo nacional, esta delicia no es un producto exclusivo de esta región. Hoy te invitamos a desandar la huellas de su verdadero origen para conocer dónde se inventó y cómo varía su elaboración en cada país. 

Los orígenes del alfajor hunden sus huellas en la historia del sabor bien lejos y se remontan siglos atrás y a miles de kilómetros de distancia de Argentina, en las tierras del Oriente . Este dato podría parecer inverosímil para muchos argentinos que consideran al alfajor como un producto tan propio como el dulce de leche, pero sin embargo , las rutas del sabor tienen su apoyatura en los datos y registros históricos que no dejan lugar a dudas: el alfajor, definitivamente, no es un invento argentino. 

En nuestro país se fabrican decenas de variedades de alfajores. El mercado es enorme y acompaña el gusto por esta golosina que es una verdadera obsesión nacional que enloquece por igual a grandes y a niños, abarca todo rango etario y condición social: se estima que los argentinos consumimos alrededor de 70 unidades por segundo y al año, se venden 1000 millones de unidades. 

De los casi seis millones de alfajores que se venden a diario, la mayoría son de elaboración industrial y se comercializan en kioscos pero también, hay versiones de estilo gourmet con materias primas de altísima calidad y técnicas de pastelería que tienen el sello y la distinción premium de la gastronomía europea como todo manjar que se precie de tal. 

¿Dónde y quién inventó el alfajor? 

El alfajor argentino proviene del postre andaluz que lleva este mismo nombre, y que se calcula llegó a nuestras tierras en el siglo XIX. Aunque en el viejo continente se sigue fabricando con características bien diferentes, en Argentina, se destaca por su relleno donde se esconde la clave de su sabor y encanto : dulce de leche, un manjar irresistible para los paladares locales que no tiene tanta entidad, ni gusta tanto, ni es tan popular, del otro lado del Atlántico. Sin embargo, antes de llegar a tierras españolas, el alfajor ya se consumía en Arabia unos 700 años antes, donde era conocido con el nombre de al-hasú que significa en árbae “el relleno”.

Es importante conocer el contexto histórico que brinda la ruta precisa que recorrió el alfajor hasta aterrizar en tierras españolas: desde el año 700 a 1400 tuvo lugar la conquista musulmana de la península ibérica y con ella, desembarcaron los sabores y las recetas gastronómicas de las tierras de Arabia. Los árabes no sólo ejercieron su influencia en España sino en toda Europa con sus dulces,su arquitectura y su poesía. Y, cuando la receta del alfajor cruzó el Atlántico y llegó a la Argentina se transformó completamente con los sabores de preferencia local , donde el dulce de leche, manjar que no existía en España, le da la impronta y el sello local que lo hace una creación 100% argentina. En España, el alfajor que se consumía era una masa tipo mazapán que se comía sólo para las fiestas navideñas. 

En nuestro país, los registros históricos dan cuenta de la presencia del alfajor en los actos nacionales más trascendentes: la Constitución Nacional de 1853 fue redactada en una fábrica de alfajores llamada Merengo, en la provincia de Santa Fe. Y, como souvenir, los constituyentes llevaron de regreso por primera vez a sus provincias alfajores de dulce de leche.

¿Quién inventó el alfajor 100% argentino? 

Conocer el origen y la historia que el alfajor ha recorrido en el mundo y en nuestro país, permite entender mucho mejor la esencia de esta gran debilidad del paladar de los argentinos. 

Pero lo cierto, es que se barajan diferentes versiones sobre el origen del verdadero alfajor argentino. ¿Incomprobables? No lo sabemos, dado que pasaron muchísimos años. Una de ellas, es la historia que tiene como protagonista a un químico francés de nombre Augusto Chammás, que llegó a la Argentina a mediados del siglo XIX y que logró poner en marcha una pequeña industria familiar en la provincia de Córdoba, especializada en la elaboración de dulces y confituras entre las que se encontraba el alfajor. 

Este hombre, dicen, modificó el formato del alfajor, que originalmente era cuadrado, y lo volvió redondo. Sin embargo, no todos coinciden con esta versión. Otra corriente sostiene que fue el santafesino Hermenegildo Zuviría, apodado “Merengo”, el mismo que era dueño de la fábrica de alfajores del mismo nombre, protagonista del dato de color que tiene como souvenirs a este manjar en el trasfondo de la firma de la Constitución Nacional de 1853.

Más allá de cuál sea el verdadero origen del alfajor en Argentina, esta delicia dulce que ha acompañado la historia personal de todos los habitantes del suelo nacional, tanto en los recreos escolares con la coca cola, como en la merienda de la tarde en casa de la abuela u hoy, en como bocadito que acompaña el café en la oficina, el alfajor está en el ADN de los argentinos, y podría estar a nivel del tango o del asado y sin serlo de modo oficial, no hay dudas de que es parte del patrimonio nacional. 

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