Francia o la pasión nacional por el “poulet rôti”

MON POULET, es el restaurante de Christophe Krywonis, el “malo de Masterchef”. Ubicado en el bajo Belgrano, aquí solo se puede comer pollo y con el mejor sazón. La técnica es el secreto mejor guardado de su dueño, que prefiere que sus comensales lo experimenten aquí o en su versión para comer en casa. La invitación está hecha. 

“En París, comer un buen pollo al spiedo, el plato preferido por los franceses puede alcanzar los 150 euros” cuenta Krywonis, el dueño y cocinero estrella en MON POULET. Este plato es una verdadera pasión en la tierra de la Torre Eiffel y su costo va en alza si se degusta con un buen tinto en las orillas del río Sena. 

Francia lo tiene todo en materia de exquisiteces gastronómicas, y las formas de preparar el mejor pollo al spiedo son diversas. “Solo el tiempo y la práctica van haciendo que uno descubra ese toque único, ese sabor crujiente y sabroso que es preciso trabajar para dar con la tecla exacta de la perfección” , agrega Christophe. La carta que ofrece Mon Poulet no deja mentir : se lee tarte tatín, oulet rôti, ratatouille y quiche Lorraine. 

La ruta de un estilo culinario único

Christophe Krywonis, cocinero, viajero y emprendedor se enamoró de Argentina, y aquí decidió plantar su bandera francesa y desplegar su talento en el arte de cocinar los mejores pollos del mundo. Por eso, en el corazón del bajo Belgrano pleno Lacroze casi Libertador, plantó su rotisería -restaurant Mon Poulet, en español “Mi pollo” para que todos se rindan a la magia de su cocina. El acento francés no solo se aprecia en el nombre y en el menú, sino también en azul, blanco y rojo que salpican la vidriera , en la decoración de la terracita callejera y en el permiso para los comensales que los habilita para comer el pollo con la mano,tal como se disfruta, -créase o no- en el país galo aunque uno se encuentre en las orillas del Sena. 

El cocinero francés, más popular de este lado del Atlántico, nació en la ciudad de Blois, a 200 km de París. Este enclave en la campiña francesa está regado de pequeños Chateaux, ya que fue lugar de residencia de reyes y reinas. Sin aires reales pero con el paladar muy afinado, Christophe llegó hace 35 años a la Argentina directamente desde el Charles de Gaulle a los pies de la Cordillera de los Andes, al valle de Las Leñas. El gran impulso que lo hizo cruzar el Atlántico, vino de parte de su amigo Martín Pittaluga, quien confiando en su talento lo depositó directamente en la cocina del maestro Francis Mallmann.

Más adelante, Christophe apostaría por su propio negocio gastronómico, una empresa de catering, sería profesor de la escuela Vatel, jurado en la TV y estrella de su propio canal de Youtube. También, la vida le prodigó regalos que lo hicieron echar raíces de modo permanente : fue papá de 2 hijas y luego llegaron 2 nietos, por último, se casó. Y ya no se fue más , de un país que llenó su vida en todas y sus múltiples aristas.

Pasión por el “ Poulet”

El cocinero destaca que su apuesta por el pollo al spiedo fue algo “casi natural”. Lo explica con una copa de vino blanco , sentado frente a las brasas de su restaurant : “Vengo de Francia, donde el poulet rôti-el pollo rostizado- es el emblema de nuestra nación. El pollo asado es el preferido de los franceses y que en materia de preferencias ha destronado al tradicional cous cous. Para dar una idea, en el mercado más grande de Europa, el de Rungis, el galpón de venta de aves tiene cuatro cuadras de largo. Allí se puede encontrar una diversidad increíble. En París, comer un buen pollo asado puede ser una de las mejores experiencias culinarias. Estamos hablando de lugares donde un pollo asado puede valer los 150 euros. Si bien el precio es alto, la sofisticación queda solo para la preparación, se debe comer con la mano,sin tanto glamour” aclara con una gran sonrisa y levanta su copa de vino para apurar un trago. 

Entre copa y copa, el chef deja entrever su secreto para la cocción del mejor pollo al spiedo. “Lo más importante ,en primera medida, es que el pollo conserve la humedad. Un buen pollo nunca debe estar seco, la carne debe conservarse bien humectada, pero la piel, debe estar bien crujiente y dorada. Además, el aroma de las esencias se debe fundir con el del rostizado. Ahí está nuestro secreto: la emulsión de ajo y perejil que le agregamos. Así, comer un buen pollo es una experiencia completa que abarca todos los sentidos. Nuestra manera de cocción al spiedo ,es a leña y carbón. Carbón, utilizamos por el calor, que nos brinda una cocción pareja y la leña de quebracho colorado, porque le da ese sabor único”. explica el chef. Cuando insistimos en que nos revele como es el preparado de su secreta emulsión sonríe y dice riendo : “es tan solo la pasión por la buena  “cuisine”.