La historia de unos de los pasatiempos más lindos del mundo,  el picnic

“La vida es un pícnic en medio de un precipicio”, según afirmó el escritor W.H. Auden, mientras que para su amigo , otro escritor pero de carácter más contemplativo, W. Somerset Maugham, había “pocas cosas tan agradables y placenteras como un pícnic con amigos a la vera de un río”.

Así planteadas las cosas para estos ilustres hombres de letras, de igual modo la conclusión para el común denominador de los hombres, es bastante simple: no perder la oportunidad nunca de empacar delicias en un canasto para encontrarse con amigos y seres queridos en algún lugar campestre y disfrutar de un momento de conversaciones , buena compañía y música, simplemente “al fresco”.

Comer al aire libre es algo que, por supuesto, los hombres venimos haciendo desde los albores de la humanidad, y eventos o circunstancias parecidas a nuestros actuales picnics aparecen mencionadas en los escritos del filósofo griego Plutarco y el romano Séneca, así como del poeta italiano Ovidio. Sin embargo, según afirman los expertos, la idea de esa ocasión como la conocemos en la actualidad, comenzó a tomar forma en los tiempos medievales, con los banquetes que eran servidos tras las expediciones de cacería,que eran momentos excepcionales para la distensión, el relax y el compartir de las experiencias vividas en las excursiones de caza.

De picnics y jornadas de cacerías

La caza deportiva fue un pasatiempo aristocrático de tradición noble que se realizó a lo largo de los siglos en Europa. Una actividad que requería que los hombres pudieran darse el gran lujo de dedicar largas horas o jornadas al esparcimiento y no al trabajo, rodeados de la asistencia de un séquito de sirvientes que tenían el encargo de asistirlos con los menesteres básicos de la alimentación. Estas grandes expediciones eran realizadas a todo lujo, donde circulaban enormes bandejas de comida servidas en mesas al lado de candelabros cincelados , cubiertos de plata y copas de cristal. Lo interesante es que si les hubieras dicho a esos avezados cazadores que les esperaba un pícnic al final de dura jornada, no habrían comprendido el significado, pues es la palabra no existía en la Edad Media. Pero, si nos plegamos a la idea de que nada existe hasta que es nombrado, aquí tendríamos un problema, pues lo cierto es que la historia del origen de la palabra es aún un misterio.

Una historia posible del vocablo “pic-nic”

Mucho parece indicar que la palabra picnic procede del francés y que se remonta al siglo XVII cuando se empleaba el término ‘pique-nique’ (piquer -picar o recoger- y nique -una pequeña cantidad o casi nada en absoluto-). Más tarde, una edición del año 1692 de Origines de la Langue Francoise menciona el vocablo pique-nique, lo que señala que el término ya era usado en Francia como para formar parte de tal peculiar edición. 

Es posible, se piensa hoy día también, que podría derivarse del nombre del protagonista de una sátira francesa muy popular del siglo XVII, “Les Charmans effects des barricades, ou l’amité durable de la compagnie des frères Bachiques de Pique-Nique” (1649), que hace mención a un glotón que no para de comer a pesar de que sus compañeros de barricada sufren por una escasez de alimentos.

De todos modos, el tiempo pasó y en Francia , un pique-nique comenzó a describir a un evento social, por lo general celebrado en el interior de un lugar que poseía algún jardín o espacio verde al que los invitados traían algo para la comer y compartir, ya fuera un plato completo, algo para beber o una contribución monetaria.

Ya entrado el siglo XVIII los pique-niques eran el pasatiempo favorito de la aristocracia, que a veces, hasta incluían portentosos bailes.

El picnic en los tiempos de la revolución

Con el estallido de la Revolución Francesa, los aristócratas que se salvaron de las garras de guillotina, unos , encontraron refugio en diversos países europeos y otros, lograron emigrar a los Estados Unidos. Muchos aterrizaron en Londres, donde, a pesar de no poder disfrutar de los espléndidos medios económicos que disponían antaño, se las arreglaron para mantener su estilo de vida lo más posible, lo que incluía sus jornadas de picnics.

En 1801 se creó la “Sociedad llamada Pic Nic”, que unió a unos 200 francófilos muy adinerados que daban extravagantes reuniones en las que competían entre sí por presentar los platos o las bebidas más lujosas, reuniones en las que había música, baile, juegos de azar y hasta teatro . Esta asociación solo duró unas pocas décadas pero mientras tanto, las clases medias tomaron la versión inicial e idearon una propia versión menos costosa y refinada y al aire libre, cuyo acento era comer en el campo para disfrutar de un ambiente agreste y rural. Lo curioso, es que a pesar de ser una propuesta tan diferente, se adoptó el nombre con el cuál la conocemos en la actualidad.

En Francia, la Revolución Francesa fue un parteaguas que le abrió la puerta de entrada a los parques reales al público en general que por primera vez, contó con un escenario perfecto, maravillosos jardines paradisíacos para lograr una versión no aristocrática de los picnics que desde entonces comenzaron a poder disfrutar los recién emancipados ciudadanos. Para mediados del siglo XIX, los picnics ya eran el pasatiempo favorito entre todas las clases sociales. Esta placentera actividad, desde entonces, constituye un respiro sin igual a la asfixiante urbanización y ha inspirado a toda clase de artistas, escritores y ha dejado para la posteridad algunos de los más bellos cuadros con escenas de ilustres de estos momentos compartidos a la vera de ríos o en medio de la naturaleza y que hoy podemos contemplar en los museos del mundo.