Ambrosía, una delicia dulce caída del cielo de San Juan

De perfil bajo, este postre típico sanjuanino elaborado a base de huevo, leche y azúcar, tiene una historia que recorre los siglos. A pesar del paso del tiempo, la ambrosía sigue siendo la protagonista de la sobremesa en muchos lugares del norte argentino. Una verdadera divinidad de postre que no tiene fecha de vencimiento.

De carácter ancestral y mítico, este postre tradicional y poco conocido de Argentina tiene una historia de aquellas. ¡Si, su nombre ya lo dice casi todo! Para la mitología griega, la ambrosía era un néctar divino, que al beberlo otorgaba la inmortalidad a los dioses. Claro que, luego de degustarla en su versión más consistente , grumosa y terrenal, los que vivimos aquí abajo quedaremos más muertos que vivos. Dicho en criollo: es una delicia dulce que nos deja bien pipones. Veamos entonces en qué consiste el secreto de este postre tan dulce como misterioso.

Un poco de historia para la yapa

La ambrosía nos remonta a las humeantes cocinas de la época colonial del incipiente siglo XIX. Sí, allá lejos por el 1800, cuando la tecnología no existía en materia culinaria, la variedad era asunto exclusivo de la creatividad, la imaginación…o de la importación. Es que, este postre dulce tiene origen en el viejo continente . Más precisamente, en los antiguos conventos españoles, allí donde a la hora de clarificar los vinos caseros se hacía añadiendo clara de huevo. ¿Y las yemas? Bueno, para no desperdiciar este preciado elemento la inventiva monacal creó a partir de una base láctea mezclada con huevos y azúcar, esta particular dulzura. Su gran aceptación luego, hizo que se convirtiera en un verdadero clásico de aquellas sobremesas. Una delicia simple como la vida del monasterio: tan solo leche, huevo, azúcar…y la voluntad de revolver nomás. 

Una preparación a puro huevo, leche y azúcar.

Aquí van sus ingredientes básicos:

1-Azúcar (400 gramos)

2-Agua (400 centímetros cúbicos)

3-Leche (1/2 litro)

4-Esencia de vainilla (1 cucharadita)

5-Huevo (1)

6-Yemas (5)

7-Ralladura de un limón

Coloque en una cacerola grande, el agua y el azúcar. Cocine a fuego medio hasta obtener un almíbar a punto hilo. ¿Cómo es que uno sabe cuando está listo el punto hilo? Bien : se debe sumergir un tenedor en la olla y, cuando se lo retire, hay que fijarse que quede pendiente un hilo de almíbar, sin escurrirse ni cortarse . Una vez que consiga realizar este paso con éxito, retire del fuego y agréguele la esencia de vainilla. En un nuevo recipiente, colocar el huevo junto con las yemas y se debe batir hasta obtener una mezcla bien espumosa. 

Ahora, vuelva a colocar el almíbar en el fuego -medio-, agregue poco a poco la leche y, finalmente, la mezcla espumosa de las yemas. Cocine parejo, sin dejar de revolver, y sume a la cocción la ralladura de limón. ¿Hasta cuándo hay que seguir revolviendo? Aquí está todo el secreto de la ambrosía. Nunca se debe frenar el movimiento de la cuchara para que no se corte la preparación; pero el fin de la cocción lo da el gusto de su propio paladar. 

Si prefiere un postre ambrosía que tenga una textura más sólida y grumosa, continúe con paciencia revolviendo hasta que la preparación de yemas absorba todo el líquido de la preparación . Así, luego verá cómo se forma una crema de aspecto cortado que lo deleitará con su sabor. Allí nomás, distribuya la crema en copas o compoteras, y se deben dejar enfriar antes de servir. 

Secretitos de las cocinas de antaño

Hasta aquí, presentamos la clásica versión argentina que aún sigue vigente de la ambrosía particularmente en San Juan. Ahora, llegó el momento de confesarle algunos tips que llevarán la preparación a otro nivel. Por ejemplo, la versión española de este postre típico ofrece una alternativa de sabor muy particular como el reemplazo de la ralladura de limón por las almendras. Esta es una variante ideal para una ambrosía de invierno. Y si, en una de esas, el frío se hace persistente -o bien quiere darle un toque especial a la sobremesa-, al momento de incorporar la esencia de vainilla, no olvide sumar a la preparación media copita de coñac. ¡Ideal para hacer que suba la temperatura! Y… ¿adivine quién fue la buena doña argentina que incluyó al alcohol en esta receta? ¡Nuestra querida escritora y periodista Juana Manuela Gorriti! 

En su más famoso libro donde repasa sus recetas favoritas de cocina ecléctica, doña Manuela no sólo popularizó la ambrosía dentro de la escena culinaria nacional; sino que lo hizo recurriendo a las bondades etílicas del Oporto o el Curaçao. Según el recetario de Gorriti, este postre no finalizaba su preparación en la cacerola; sino que, luego de cinco o seis minutos de cocción en ella, se colocaba toda la mezcla en una budinera enmantecada y terminaba de cocerse en el horno a temperatura moderada. Cuando la masa comenzaba a despegarse del molde , ahí llegaba la hora de la verdad : se añadía el Oporto o el Curaçao. Si no tiene en su casa, no se preocupe, se puede rociar con una copita de un buen vino blanco. Deje que se enfríe, ¡y lista la ambrosía!